Los
delfines de rio son una de las especies encontradas recientemente ,aunque se
especulaba desde hace varias décadas sobre su existencia. Son considerablemente
distintos de sus primos marinos en sus hábitos y morfología. Al igual que los
delfines marinos están amenazados y en peligro de extinción.
Su
morfología presenta varias diferencias respecto a sus parientes oceánicos. Algo
que suele pasar desapercibido es su capacidad de mover el cuello, algo que por
ejemplo el delfín mular no da echo. La razón de esto es que sus vertebras no
están soldadas a diferencia de los cetáceos marinos. Otra diferencia es su
pequeña aleta dorsal, es un vestigio de su anterior vida marina. Su cabeza
también es muy distinta, presenta un gran abombamiento y una mandíbula
exageradamente alargada. Sus ojos están colocados a ambos lados de su cráneo y
se sitúan en unas pequeñas órbitas craneales. En muchas especies el sentido de
la vista no está muy desarrollado debido a que viven en aguas turbias.
Su
principal sentido es el de la eco localización. Este curioso sentido consiste
en la emisión de ecos llamados clics, generados gracias al paso de aire desde
la cavidad nasal hacia los labios fónicos. Tras ser reflejados por el hueso
cóncavo denso y del saco de aire de su cráneo el sonido pasa a través de un
órgano graso denominado melón. La composición lipídica de este órgano permite
que, gracias sus distintas densidades pueda actuar como “lente sónica”. Este
sentido lo poseen aquellos cetáceos dentados, debido a que el medio donde viven
es propicio para esta habilidad.
Su
cuerpo como la mayoría de los cetáceos posee una capa de grasa, aunque fina
densa que le permite realizar varias funciones. La primera es una ayuda
relacionada con la flotabilidad, la segunda es como fuente de alimento en
épocas de escasez. Sirve como protección contra posibles depredadores al ser
una barrera difícil de traspasar. Su forma de locomoción se basa en su aleta
trasera que nuca deja de moverse. Las aletas pectorales no son una forma de
dirección sino una forma de direccionar el movimiento del animal.
Los
sentidos de los delfines de río no están muy desarrollados, aunque sus ojos posean adaptaciones para funcionar
en luz tenue y en plena luz su vista no está tan desarrollada como se podría
pensar ya que suelen habitar en ríos turbios. No poseen lóbulos olfativos, es
decir, no tienen sentido del olfato. En la mayoría de especies sus papilas
gustativas están atrofiadas o ni siquiera están presentes, lo que nos indica
que no tienen sentido del gusto aunque muestren preferencias sobre ciertos
peces.
La
última especie reconocida de este tipo de animales es el delfín del río
Araguaia (Inia
araguaiaensis). Esta especie se descubrió en 2014 en Sudamérica, los datos revelados
después de analizar su ADN mitocondrial confirmó ser una especie distinta de
los delfines de ríos próximos. Se cree que la especie cuenta con alrededor de
1000 ejemplares pero se considera en grave peligro de extinción por la
construcción de presas en estos ríos
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